¿Comprar a tu mejor amigo?

Algo que me molesta de sobremanera es el comercio de mascotas. Hamsters, cachorros, tortugas, ratas, gatitos, peces, por mencionar los más convencionales, son considerados mercancía, viles objetos de intercambio (y generalmente de deshecho) que son exhibidos en los aparadores como si fuera la cosa. No hay argumento que justifique esta cultura de la compra venta de animales con el fin único de esparcimiento porque, primero, la mayoría de las personas no asume ni entiende la responsabilidad de adquirir una mascota, el tiempo y los cuidados constantes que debe recibir.

Tan es así, que al final terminan revendidos, regalados o abandonados cuando dejan de ser “adorables”. Segundo, ¡hay cientos, miles de perros y gatos vagando solos por ahí, necesitados de cariño, techo, alimento.. y por Dios, ¡son gratis! Que ese “amor” por los animales o ese “me encantan los perritos” trascienda esos aparadores de cachorros gorditos y felpudos y traslada tu amor y tu compasión por esa perrita flaca que te observa en la acera, alguna vez fue igual de adorable, pero tuvo la suerte de la mayoría, no es reconocida en su propio valor y derecho a un trato digno.

Amigos, somos responsables de los animales, de todos, y hablando de los perros, decidimos domersticarlos hace unos 15 mil años,  aislarlos y volverlos compañía, proveedores y ayuda, no podemos ahora así como así darles la espalda pues hay toda una responsabilidad histórica y social para con ellos.

Comprar o vender animales no es necesariamente malo, es la mentalidad detrás del fenómeno que reduce a mero objeto de consumo y deshecho a un ser vivo, cambiemos poco a poco y por las buenas una cultura que privilegia un placer inmediato y superficial por una que redimensione el valor de la compañía de un amigo que puede estarte esperando a la vuelta de la esquina, menos felpudo y llamativo que los de la tienda tal vez, pero una promesa de amistad y cuidado mutuo para toda la vida.